Pasos blancos de ciego sobre acera.
Tres pies. Dos de carne. Y el que queda
es tacto en forma de vara y piel de plástico.
Pasos blancos, por livianos. “Quien vea
pasos blancos sin mirarlos, que aquí venga.
Que un choque de varas de ciego es siempre rápido.”
Pasos. Pasos. Vienen y no se ven al tacto
y el choque de varas de ciego es ipsofacto.
Un rayo viaja de las varas a las manos, tácito.
Mas aun tácito, las manos pueden escucharlo.
Y se estrechan la que tienen libre. Hermanados
entre manos se saludan como un soplo a polvos mágicos.
Se han tocado. Se han mirado. Escuchando
la identidad toda de otro ciego, con el tacto.
Reconociéndose entre en un choque ciego y rápido.
Pasos blancos, pasan blandos entre abrazo
que se estrechan, como hicieron con las manos.
Un huracán eléctrico viaja de cuerpo a cuerpo, tácito.
Mas aun tácito, ellos sonríen sin mirarlo.
Sin mirarse. Y no han hablado aún cuando,
sin pensarlo, los dos ciegos se han curado el ánimo.
Pasos blancos, por livianos. “Quien vea
brazos blancos sin mirarlos, que aquí venga.
Que un choque de abrazos de ciego es siempre mágico.”
Tres pies. Dos de carne. Y el que queda
es tacto en forma de vara y piel de plástico.
Pasos blancos, por livianos. “Quien vea
pasos blancos sin mirarlos, que aquí venga.
Que un choque de varas de ciego es siempre rápido.”
Pasos. Pasos. Vienen y no se ven al tacto
y el choque de varas de ciego es ipsofacto.
Un rayo viaja de las varas a las manos, tácito.
Mas aun tácito, las manos pueden escucharlo.
Y se estrechan la que tienen libre. Hermanados
entre manos se saludan como un soplo a polvos mágicos.
Se han tocado. Se han mirado. Escuchando
la identidad toda de otro ciego, con el tacto.
Reconociéndose entre en un choque ciego y rápido.
Pasos blancos, pasan blandos entre abrazo
que se estrechan, como hicieron con las manos.
Un huracán eléctrico viaja de cuerpo a cuerpo, tácito.
Mas aun tácito, ellos sonríen sin mirarlo.
Sin mirarse. Y no han hablado aún cuando,
sin pensarlo, los dos ciegos se han curado el ánimo.
Pasos blancos, por livianos. “Quien vea
brazos blancos sin mirarlos, que aquí venga.
Que un choque de abrazos de ciego es siempre mágico.”
Fotografía de stefarrio1968 en Pixabay |
Inspirado en una historia real que vio Marcos Mirón Olona (con sus ojos)
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