Había
tenido un día de perros: me habían pegado en mitad de mi clase, me había dolido
la cabeza debido a mis nervios, e incluso había soñado con Adb al-Rahman III,
del que me había examinado en historia hace un par de días, ¡hasta se me habían
rajado los pantalones por la entrepierna, y eran vaqueros! Estaba torpe,
incluso esta vez, mi extraña manía de bloquear las puertas del metro para que
la gente no pierda el tren, no me había funcionado aquella mañana con un chico.
Llevaba
nervioso ya dos días, pues me habían llamado para hacer el casting para un
largometraje, mostrando bastante interés. Estaba nerviosísimo. Iba a ser mi
primer casting. Había preguntado a mi gran amigo cinéfilo y a un actor que
conocía consejos sobre el tema. La directora de casting iba a esperarme hasta
las cuatro y veinte de la tarde, la hora a la que le salía, en la siguiente
dirección que me dictó: Calle Higueras 4, Planta 6ª. El barrio, me había dicho
que era Ópera, pero por allí no existía ninguna Calle Higueras, que sí existía
en el de Lucero. Así que fui allí. Supuse que se había equivocado con la
dirección.
Salí
del instituto a las tres y diez. Mi madre me esperaba con la comida y un
pantalón que la había pedido. De pronto me percaté de que, cuando me había
separado de mi madre, no llevaba el anillo de mi novia. Quedé lívido. Caí en la
cuenta de que estaba en el pantalón que se había llevado mi madre. Como había
perdido el tren, no me importaba esperarla. Sin embargo, por no tener cuidado y
por las prisas, los guisantes se habían esparcido por toda la bolsa de comida.
Se lo reproché a mi madre bordemente, debido a mi día y a mis nervios palpables
por el casting.
Cuando
quedé solo, me arrepentí enormemente de haberle hablado así a mi madre. La llamé
por teléfono para pedirla perdón. Me había quitado un gran lastre de
encima.
Subí
la Calle Higueras, no encontraba el tal número cuatro, y estaba viendo que los
edificios no tenían seis pisos: empecé a preocuparme. Le pregunté a un
extranjero: no supo responderme. Luego, a la altura del número 5, pregunté a un
hombre joven. Me dijo dónde estaba y quedé lívido: el número cuatro de la calle
no existía. Llamé rápidamente a la directora de casting; no me cogió el
teléfono.
Eran
las cuatro, y me quedaban veinte minutos para llegar. Mi intención era llegar
antes para que la chica pudiera salir del trabajo antes también. Ahora lo único
que estaba haciendo era hacerla perder el tiempo. Llegué rápidamente a la
conclusión de que la había entendido mal al decirme la dirección, a pesar de
que había confirmado varias veces el nombre por teléfono. Deduje que la calle
debía de ser "Calle Figueras".
Pregunté
si había un locutorio por la zona. Una señora y un anciano me indicaron dónde
había uno. Fui corriendo, entré, me puse en un ordenador, y busqué en un mapa
online. Efectivamente: la Calle Figueras estaba en Príncipe Pío, a una estación
de Ópera. El ordenador y la impresora iban lentísimos y para cuando quise salir
de allí, eran las cuatro y diez. No iba a llegar a tiempo.
Estaba
decaído, desolado. Sintiéndome inútil, culpable y triste; todo por tener un
sueño roto. Llegué a Príncipe Pío a y veinticinco más o menos. Para colmo la
impresión del mapa había salido cortada y la única parte que no se veía era en
la que estaba la Calle Figueras. Le pregunté a un taxista; me dijo que estaba a la otra punta
de Madrid con su GPS.
No
podía ser, así que le pregunté una calle de referencia. La única calle así que
existía era la Calle Estanislao Figueras –me lo dijo una camarera en una
cafetería-. Llegué al número cuatro, que esta vez sí existía. Lo que no existía
era el sexto piso. Mi aventura hasta aquí había terminado.
Volví
a llamar a la directora de casting. Esta vez sí me cogió el teléfono y pude contarle mi problema. Quedé perplejo. Me
propuso día para volver a quedar y que me hiciesen la prueba. Me dijo que esta
vez la escribiese por una red social y para que me diera la dirección real. Estaba
salvado. ¡Iba a poder hacer el casting!
Luego
llegué a la estación de nuevo, aliviado. Llegué al final de la cuesta y vi a alguien. En ese momento no tardé en averiguar
que no iba a llegar pronto a casa. Mi aventura aún no había terminado…
Continuará... Próximo episodio: 17 de Octubre
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