Ir al contenido principal

Ojos de hogar

Es que es mirarte y sonreírme las arenas del pecho;
es abrazarte y encerrarme en burbujas de afecto
y medio mareado ahora mismo te escribo
que te quiero tanto como me quiero contigo
y que pájaros vuelan en acantilados sinuosos
y que nubes corren entre las fibras del aire
y que volcanes supuran el zumo de la tierra
y que el tiempo acecha y también arredra
pero es que no importa lo más mínimo todo eso;
que, mientras, tú y yo en la cama, entre abrazos y besos
y cuando el corazón llueve, desahuciamos a la pena.

Entre dolor molar, mareo y el malestar que siento
te siento cerca, te echo de menos y te quiero
y tengo delante de mí en mi cabeza mil recuerdos
de tí amándome, cuidándome, como si no hubiera tiempo
y esa sensación sin tiempo me hace sentir eterno
como el universo que creó el resto de universos
como el din, como el nirvana, como en el firmamento
encontrar siempre algo al mirarlo y que sea nuevo
o embelesarse con la fija aleatoriedad del cielo.
Villúcidos colores llenos de retazos mágicos
me recuerdan, siempre siempre, a tus ojos tiernos
y por eso quiero tenerlos, besarlos, comerlos,
capturar sus colores inmensos en mis pupilas
y alegrarme contigo, aunque venga el miedo.

Porque calentarme contigo, en tu piel maldita
de sabor a amor, intoxicada de él sin remedio
y dejarme querer, aun con las contradicciones que tenemos
vale la pena. Con el dolor, el malestar
la angustia, la penuria y algún sacrificio.
Porque disfrutar la paz que me das, 
bien vale algún momento de calvario;
porque las pestañas de tus ojos valen años
de amor. Y ojalá todo el mundo se parara a mirarlos.
Porque, aunque me quiero desvanecer escribiendo,
al escribirte parece que ya nada me hace daño
e imaginarte conmigo en mis brazos
hace del mareo, lucidez; del dolor, solo un paso
que se puede andar sin sufrir, con un vistazo
a esos ojos de hogar que, si me descuido, me están cuidando.

Imagen de Pavel Danilyuk en Pexels

 de ©Shathu Entayla

Comentarios

Popular Posts

Cacatúa (poema-calambur)

¡Caca tuya, cacatúa…! Cacareas cacas, rea… ¡Cacatúa! ¡Cacarea! Carámbanos vanos, cacatúa, es lo que sale de tu cacareo. Rea de cacas tuyas eres, cacatúa. Rea de tus deseos. Sueñas cacatúa, cacas tuyas. ¡Cacarea! ¡Rea! ¡Cacarea tus deseos! ¡Carámbanos de sueños ¡Vanos anhelos! Cacas tuyas, cacatúa son tus cacareos ¡Cacatúa! ¡Caca túa! ¡Túa! ¡Caca rea son tus sueños! Imagen libre de Wikipedia Sátira poética a la vanidad de

La bandera

Cada vez que te abrazo, muchas cosas me pasan. Siempre mis manos a tus largos bosques se lanzan y cuando te acarician se enganchan en sus ramas. Bajo esas largas ramas siempre encuentran tu espalda. Planean en los surcos de tu piel, como emplumadas como sin peso, y aterrizan en tu piel de nácar. Y pecho y pecho. Mejilla y mejilla. Juntadas, tras del aterrizaje, como visagras. Como si en pulso y rubor se juntara el alma. y que los pulsos y rubores se contagiaran. El contagio, en un desliz voluntario, atrapa de improviso los pares de labios que, aunque escapan de la atadura del pulso y rubor, no se marchan. Y en un vaivén, los labios atados, se desatan y el aire vuela, vuela y vuela entre las visagras. Pero aunque vuela, cambia y baila, luego se apaga y solamente el silencio suena, labios en calma. Y al abrir los ojos, y reenfocar la mirada veo tu cara, el rostro precioso al que besaba. Ese rostro. Un rostro que es una bandera izada sobre el mástil de un cuerpo de una belleza franca. Un

Un abrazo

Alquitranes húmedos besan mis sketchers ya pasadas dadas de sí por miles de pasos. Unos andados, otros bailados. Otros que buscan algo. A veces, en estas noches como un pecíolo de hoja que, en otoño se resquebraja en silencio mucho antes de caer, mi ánimo, también se resquebraja. De mis ojos salen lágrimas  que son de aire porque la humedad la tienen el alquitrán y mis pasos y mi sudor y mis pasos. Y por la soledad de dentro de mis ojos no sale nadie. Muchísimas noches abrazaría el aire me devolvería el abrazo más amable el más tierno, el más gentil, y el más suave Pero es que de todo eso es demasiado el aire y se desharía entre mis manos de carne. Necesito un abrazo que sea tierno y terso y firme y sinuoso. Justo como el dibujo del resquebrajo de ese pecíolo qué está en mi ánimo. Un abrazo  que dibujara el resquebrajo pero en sentido contrario: que acabara de romper o reparase esa hoja. Un abrazo. Que me impidiera llorar o precipitara el llanto. O quizá a encontrarme o romperme con ot