Armado de privilegios que no ejerzo
me lanzo al mundo, envidioso
del privilegio que me quitan
por tener mil que no quiero:
el de ser vulnerable
el derecho a dolerse
a morirse por dentro
sin que te pongan en entredicho
ni invalidar lo que sientes.
Envidio la sororidad
que la gente se trate bien porque sí
sin sospechas
sin temer intenciones oscuras
o peor, llamar oscuras
a todas las intenciones
por tener un rostro concreto.
Tengo miedo al miedo ajeno
me da ansiedad tocar sin querer en el metro
(ya no me pasa porque dejo medio cuerpo entre asientos)
que me miren como si yo depredara
(ya casi no miro a los ojos si no conozco)
que se crucen de acera de noche
(me alejo adrede para que no sepan que existo)
y me quede solo escuchando vibrar el asfalto
Envidio el abrazo de la gente
que decide abrazarse sin conocerse
que te inviten a té
que las puertas de todas las casas del pueblo
estén abiertas.
Ni tengo pueblo
ni abuelos
y no lo entiendo.
No puedo entenderlo
Envidio la sororidad
por ser un espacio seguro en un mundo de tinieblas
Yo quiero eso.
(Y ya no sé ni si las tengo -las tinieblas-
de las veces que me han dicho que no las tengo.)
Lo único que agradezco ahora mismo
es que he aprendido a llorar con el tiempo.
Mis lágrimas son mi hermandad
mi abrazo ansiado
mi refugio
ante las tinieblas y la incertidumbre
y la culpa de cosas que no he hecho
y el estigma de ser siempre el enemigo.
Odio a los hombres y soy uno
(o eso dicen)
y a veces me odian, como yo les odio
y lo entiendo, y me resigno, y me callo
porque “es lo que me merezco”.
Y envidio la sororidad por ser
una hermandad
de personas unidas antes de conocerse
simplemente por haberlo elegido así.
El mundo en el que vivo es otro
en el que antes de conocerse
las personas se repelen.
Acercarse es el milagro.
Es de verdad el milagro.
Lloro solo de pensarlo.
Ojalá dios convirtiera
los panes en cuerdas de yute
con las que atarnos.
Me siento un criminal por existir
por desear
muchas veces deseo no ser hombre
muchas veces no lo soy
muchas veces me da igual serlo
desearía que no existiera esa palabra
y sobretodo, lo que representa
me siento en una guerra civil
del bando equivocado
en un país que no es el mío
No sé por qué tengo que luchar en esta guerra
No quiero luchar en esta guerra.
No quiero guerras.
Ojalá no tuviera género.
Y cuando acabe este poema
voy a tener que reconocer que todo lo que no quiero que exista, existe
que todos los privilegios que no quiero, los tengo
y que todo lo que no quiero representar, lo represento
y no se puede salir de ahí
porque al parecer yo lo estoy creando
y si no lo creo, me lo crean
“la política la haces
o te la hacen”
¿y no hay término medio?
¿Y la sororidad?
Me parece un término medio precioso.
Y tengo necesidad de justificarme
dialéctica, intelectualmente
escribiendo esta mierda.
¿Por qué no puedo decir lo que siento
sin miedo a invalidación intelectual?
Violencia también es esto.
Imagen de photosforyou en Pixabay |
NOTA CONTEXTUAL: este poema fue creado en marzo de 2021, fruto de reflexiones doloras y de asunción sobre las propias limitaciones y la deconstrucción.
de ©Shathu Entayla
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