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Selección Natural

A veces me siento un error
un descuido en la selección natural
claramente creado para morir.
Defectuoso.
Hecho de emociones que me matarían
si saliese a la selva de asfalto.
Pero me mantengo vivo
por una especie de eugenesia social
que tiene origen en la civilización.
Sí mi tristeza perdurase así
y viviese en el monte
estaría muerto.
Muerto.

Pero la selección natural tiene la culpa.
Yo soy el alelo recesivo del fenotipo.
Si hago algo importante morirá
porque le dará valor
aunque insista.
Si estoy entre gente
como mucho seré el
que hace gracia, el
que tiene pasión
pero al que es mejor ignorar.

Me aliviaría saber que esa ignorancia
es consciente.
Pero ni eso.
Ni siquiera soy un estímulo importante
en sus cerebros.
Pero todo esto tendría un pase
si simplemente me sudase la polla.
Así, simplemente, podría considerarme un
revolucionario incomprendido.

Pero no.
Nada de eso.

Soy débil.

Porque incluso cuando la naturaleza
la sociedad
me da una mano
si alguien decide finalmente apreciarme
soy incapaz de sostenerlo.
El alivio
y la situación misma de recibir un cumplido
se me escurre entre los dedos.

Por esto. No por ser diferente.
Por esto.
La selección natural no hizo bien su trabajo
y mi supervivencia se basa
en escudriñar en la rebosante pasión que tengo
−que sé que tengo− escondida en alguna parte.

Pero me canso de estar solo.
De estar triste.
De mí mismo.

Imagen de BarnImages en Pixabay
 de ©Shathu Entayla

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