Ir al contenido principal

Vacío de Cristal

En el medio de aquel cilindro de cristal se dividían las gravedades: había una frontera. Todo objeto que pasara aquella frontera cambiaba de gravedad: lo que antes caía hacía un lado, ahora cuando caía lo hacia el otro.

En cada punta del cilindro había un corazón ferruginoso por fuera y misterioso por dentro. Eran como personas, que guardan cosas que sólo ellas conocen. Eran corazones sin sentidos, pero que sentían: veían, palpaban, olían, y eran capaces de moverse por sí mismos, aunque estuviesen embotellados en ese cilindro de cristal.

Un día, a ambos se les ocurrió mirar arriba. Al techo. A la frontera difusa que no era más que una porción de aire dentro del cilindro. Al techo de su mundo.

Cabía esperar que sus miradas a falta de ojos que mirasen, se cruzasen. Eran corazones que miran consigo mismos: con el corazón. Lo único extraño del corazón, es que ve en blanco y negro: no ve colores, sólo cosas que resaltan en sí mismo cuando las mira y las distingue por su forma.

Ambos corazones decidieron simultáneamente encontrarse. Saltaron. El cilindro era pequeño, así que no tardaron en colisionar entre ellos. Rebotando hacia el suelo de cada punta del tubo acristalado.

Las chispas brotaban en las colisiones de las fachadas de hierro que cubrían ambos corazones. Empezaron a derretirse fragmentos de fachada. El recipiente en el que estaban empezó a coger tonos fluorescentes por el calor. Se acabaron fundiendo en la frontera: donde se separan los mundos y se unen; desde donde cae todo; donde dos corazones pueden fundirse y volar en la cima del mundo aunque sea dentro de un cilindro.

Comentarios

Popular Posts

Amores singulares, en plural

Y mirarte a los ojos y morirme de hambre por querer abrazarte por bailar en tus lirios. Porque yo codicio  almas con la piel y no es lo mismo que codiciar solo las pieles. Porque quiero el calor que dan y no la sangre que tienen. Porque un alma sin viajar  a ninguna piel pertenece. Yo pertenezco a quien me quiere. Y viajo de mí para tí. Quiero anidarme en tí  como el rocío a la tierra como el calor a la piedra como un romance en abril Quiero enternecerme en soñar tu cobijo. Quiero enternecerme en ti y eso elijo. Quiero que seas ese lugar donde perderme y bailar sin pasadizos. No sé quién serás, y no importa. Si me amares, es lo mismo. Pero luego te miraré reflejando tu amor porque, aunque para ser amado todo cariño es prolijo, tu color para amarme cambiará los ojos con que te elijo. Ven a besarme y a abrazarme y viajaré rápido al suicidio. Porque matarme por elegir amor no es más que vivirme en otro sitio. Ámame, que eso quiero. Que cuando falta, de amor, alivio todo los ...

Un soneto de tres

Por hoy somos tres. Madre, padre e hijo. Aunque no siempre fuimos tres, pues fuimos cuatro. Luego el desahucio que vivimos. Tres vivimos el vivir sin cobijo. Aquí somos tres. Madre, padre e hijo con vidas distintas que distinguimos viviéndolas. Juntos y no. Y es un timo de envejecer y el tiempo, que no elijo. Algún día tres serán dos, y dos, uno. De pronto "juntos" pasará a ser "no". Poca cifra hay entre "juntos" y "ninguno". De un algo que estuvo y se marchó el uno que quede será el "alguno". Uno entre paredes de lo que amó. Imagen generada con Flash 2.0 (Google)  de ©Shathu Entayla

Tener libido es de aliens

Leo una novela erótica. Me enternece la complicidad. Se ponen a follar. Me pongo nervioso. No cachondo, no. Nervioso como el gerbo que huye. Leo el polvo como leo un epitafio y me fuerzo a acabar el capítulo. (Aunque los nervios no querían). Una, tiene un orgasmo: vital y místico. Otro, no se corre pero: vital y místico. Se despiden. Se besan . Me enternece la complicidad. Acaba el capítulo. Cierro el libro. ... Me entran ganas de llorar. Acabo de leer sobre aliens. Los aliens no son de mi especie. Funcionan distinto. ... Me entran ganas de llorar. porque yo antes era un alien. Siento que nunca he follado. La parte de mi que folla se ha roto. Siento que nunca he querido hacerlo cuando siempre tuve luciérnagas en los ojos con los que miro todo. Algo de mi alma se ha roto. Y estaba en mi cuerpo. Y, dentro de mi cuerpo, en mis ojos. Algo de mi alma se ha roto. Algo vital y místico, como en ese polvo, que ahora es polvo de mis ojos. de ©Shathu Entayla