Cara larga. Hierática. Silencio y espera. Un vagón de metro en silencio gracias al presidio de mis auriculares sobre mí. Decepción. Soledad. Tristeza entre silencio y silencio. Cara larga. Congoja de pecho. No llega a ser angina, pero podría; la arritmia se produce en ambos casos.
Lágrimas buscando una salida. Cara larga. Lágrimas buscando una salida. Cara larga. Congoja de pecho. Cara larga. Lágrima. Una mirada furtiva del alguien sobre la longitud de mi cara. Un dedo limpiando la lágrima escapada. No hay más miradas. Cara larga. Hierática.
Pongo música. Me entristece. Da igual que sea el Réquiem de Mozart en Re menor que Girls Just Wanna Have Fun. Todo sonido me estresa. Me entristece. Me pone la cara aún más larga. Me entristece.
Vuelvo al silencio. Ahora me aburre, pero prefiero eso a divertirme; tengo la cara demasiado larga para eso. Demasiado ruido de metro. Demasiado yo, de mí, dentro. No tengo ni ganas de saludar. No me saluda nadie, pero si lo hiciera, me haría el sueco.
Un señor intenta quitarme el brazo del reposabrazos para poner el suyo. Pienso en matarle y en gritarme al mismo tiempo. Me cambio de sitio. La tristeza se somatiza. Ahora me siento cansado. Justo ahora llega mi parada. Qué pena tener que levantarme. Siempre me he imaginado cómo sería llegar al final del túnel del metro. Desde dentro las vías parecen infinitas.
Salgo a la calle. Hace un calor horrible. Las glándulas sudoríparas gritan sangrando agua. Busco sombras mientras voy a casa, callejeando. Siempre me he preguntado en cuál de estas calles empieza mi barrio. Siempre me han dicho que soy de aquí, pero no sé donde empieza. Desde dentro las calles parecen infinitas.
Dejo de andar. No me apetece más. Hoy mi casa está demasiado lejos. Me siento en un banco. Quiero dormir. Sigo cansado. Me tumbo y pongo mis brazos de almohada. Estoy a la sombra, qué bien. Supongo que cuando me despierte ya habrá pasado el mediodía y el sol me dará de lleno. Me da algo de miedo morir de un golpe de calor, aunque sería una muerte dulce si me pillase dormido. Siempre me he preguntado cómo es eso de morir. Desde dentro la vida parece infinita.
Lágrimas buscando una salida. Cara larga. Lágrimas buscando una salida. Cara larga. Congoja de pecho. Cara larga. Lágrima. Una mirada furtiva del alguien sobre la longitud de mi cara. Un dedo limpiando la lágrima escapada. No hay más miradas. Cara larga. Hierática.
Pongo música. Me entristece. Da igual que sea el Réquiem de Mozart en Re menor que Girls Just Wanna Have Fun. Todo sonido me estresa. Me entristece. Me pone la cara aún más larga. Me entristece.
Vuelvo al silencio. Ahora me aburre, pero prefiero eso a divertirme; tengo la cara demasiado larga para eso. Demasiado ruido de metro. Demasiado yo, de mí, dentro. No tengo ni ganas de saludar. No me saluda nadie, pero si lo hiciera, me haría el sueco.
Un señor intenta quitarme el brazo del reposabrazos para poner el suyo. Pienso en matarle y en gritarme al mismo tiempo. Me cambio de sitio. La tristeza se somatiza. Ahora me siento cansado. Justo ahora llega mi parada. Qué pena tener que levantarme. Siempre me he imaginado cómo sería llegar al final del túnel del metro. Desde dentro las vías parecen infinitas.
Salgo a la calle. Hace un calor horrible. Las glándulas sudoríparas gritan sangrando agua. Busco sombras mientras voy a casa, callejeando. Siempre me he preguntado en cuál de estas calles empieza mi barrio. Siempre me han dicho que soy de aquí, pero no sé donde empieza. Desde dentro las calles parecen infinitas.
Dejo de andar. No me apetece más. Hoy mi casa está demasiado lejos. Me siento en un banco. Quiero dormir. Sigo cansado. Me tumbo y pongo mis brazos de almohada. Estoy a la sombra, qué bien. Supongo que cuando me despierte ya habrá pasado el mediodía y el sol me dará de lleno. Me da algo de miedo morir de un golpe de calor, aunque sería una muerte dulce si me pillase dormido. Siempre me he preguntado cómo es eso de morir. Desde dentro la vida parece infinita.
Imagen de geralt en Pixabay |
Me ha encantado. Menciones especiales: La angina, el matar al del reposabrazos, el morir de calor. El tono en general, me recuerda al ritmo de las pelis indies que tanto le gustan a Celia.
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