Un prisionero se acostumbra a su celda.
de unos pocos metros cuadrados
y a ella le cuenta sus secretos:
él se cuenta a ella.
Al salir
la libertad ejerce su dictadura.
Y él no se cuenta a nadie.
Y él ya no es él.
Es él, con vida.
Es él, pero no en su celda.
El prisionero se echa de menos.
Echa de menos la celda.
Allí se dejaba morir por la muerte
que le daba vida. Otra vida.
Ahora le es difícil morir.
La culpa es del tiempo.
Del alma inocente del pasado
que llega al presente
sin inocencia;
que lo único que ha aprendido
es a desaprender.
Lo que aprende:
que la libertad mide pocos metros cuadrados;
que el cómo le ven
los testigos de su vida
es lo que le da vida;
que él prefiere estar muerto.
Y el fantasma de la muerte
le dice a su alma viva:
"muérete, y ven conmigo".
Y él contesta: "mátame"
Y el fantasma le dice:
"con testigos que lo impidan
yo nada puedo hacer".
de unos pocos metros cuadrados
y a ella le cuenta sus secretos:
él se cuenta a ella.
Al salir
la libertad ejerce su dictadura.
Y él no se cuenta a nadie.
Y él ya no es él.
Es él, con vida.
Es él, pero no en su celda.
El prisionero se echa de menos.
Echa de menos la celda.
Allí se dejaba morir por la muerte
que le daba vida. Otra vida.
Ahora le es difícil morir.
La culpa es del tiempo.
Del alma inocente del pasado
que llega al presente
sin inocencia;
que lo único que ha aprendido
es a desaprender.
Lo que aprende:
que la libertad mide pocos metros cuadrados;
que el cómo le ven
los testigos de su vida
es lo que le da vida;
que él prefiere estar muerto.
Y el fantasma de la muerte
le dice a su alma viva:
"muérete, y ven conmigo".
Y él contesta: "mátame"
Y el fantasma le dice:
"con testigos que lo impidan
yo nada puedo hacer".
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