Ir al contenido principal

Las Preguntas de la Nada

Un joven peregrino entra a un mesón poco después del alba. Estaba prácticamente deshabitado. El viajero está sediento pero tranquilo, casi como si no sintiese su sed. Sin pensarlo, se sienta, y responde al mesonero, mientras él hablaba con voz pastosa.

- ¡Buenos días por la mañana!
¿Qué le trae a mi humilde morada?
- Verá soy viajero, y hago preguntas
- ¿Sí? ¿Qué tipo de preguntas?
- Las llamo "preguntas de la nada"
- ¡Qué nombre! ¿Por qué las llama así?
- Secreto, no lo debo decir.
- Me pica usted la curiosidad
- Debería ser al revés, la verdad
- Debe estar sediento, siéntese aquí.

El mesonero, sin pensarlo, fue a por una botella de agua.

- Y bien, ¿qué le trae por aquí?
- La curiosidad, he de decir.
- ¿Y qué le parece curioso?
- Todo para mí es curioso.
- Es usted la mar de extraño
- Suelen llamármelo desde antaño.
- ¿Y qué es lo que quiere saber?
¿Qué le parece curioso a usted?
- Las preguntas de la nada
- ¿Qué son? ¿de qué habla?
- Preguntas que "se dejan hacer"
- ¿Cómo que "se dejan hacer"?
¿Quiere hacerse el interesante?
- No, pero era impresionante
que eras tú quien preguntaba
cuando yo tenía la curiosidad
y parecía qué tú no la portabas.
Mi pregunta ha sido realizada.

El viajero bebió su agua y se fue bajo la hierática mirada del mesonero, que no alcanzaba a comprender del todo lo que había pasado...




Comentarios

Popular Posts

Recuerdos como noches

Cuando la noche se asienta, cuando el día se termina, cercan los horizontes de mis ojos los recuerdos. Esos que veo junto a la estela de mis pasos. Cuando la noche se asienta y su silencio se posa afloran pensamientos en mi mente: los recuerdos  a los que temo. Junto a la estela de mis pasos. Porque mis recuerdos se me aferran como a la piel, cicatrices, como a la retina, luz como al esperar, el tiempo. Puede ser que sean bellos esos recuerdos. Aún me inquietan. Hay carcasas bellas con adentros feos. Porque mis recuerdos se me aferran como la corriente al nervio, como la mano al puñal, como el párpado a lo visto. Y sé bien perderme en ellos —en los recuerdos que son veneno— incluso más que en todos mis pasos mismos. Imagen hecha con Leonardo AI  de ©Shathu Entayla

El espacio en que fui tuyo

Así me miras como si sólo fuera tuyo. como si mi carne y cómo respiro vivieran sólo en tus dominios, como si yo pudiera salir pero fuera quedarme lo que elijo. Me miras como vestida con un traje de prodigio  que dejan vida y libertad a un lado En el que elegí que ya no elijo. Me miras como si solo fuera tuyo. Me miras como si así siempre hubiese sido. Empiezas con uñas como espadas, y me pegas y, sin querer, grito y ese grito y que lo pares pido porque no quiero gritar más pues no gritar más es quitarme ya una libertad que ahora no preciso aunque es precisamente por libertad  (aunque sin parecer verdad) por lo que grito. Me miras como si me crearas  y yo te creo y te doy las gracias. Me cuidas cuando me atrapas. Me haces temerte cuando me amas. Y esas aguas contrarias, que me hacen a mi llorar otras aguas, flaquean el báculo de tus manos y viendo que me rompes, amenazas con parar el viaje hacia el espacio más cercano al ser sin ser hacia el que estábamos andando: a un tra...

Un soneto de tres

Por hoy somos tres. Madre, padre e hijo. Aunque no siempre fuimos tres, pues fuimos cuatro. Luego el desahucio vivimos. Tres vivimos el vivir sin cobijo. Aquí somos tres. Madre, padre e hijo con vidas distintas que distinguimos viviéndolas. Juntos y no. Es un timo de envejecer y el tiempo, que no elijo. Y un día tres serán dos, y dos, uno. De pronto "juntos" pasará a ser "no". Y poco hay entre "juntos" y "ninguno". De un algo que estuvo y se marchó el uno que quede será el "alguno". Uno entre paredes de lo que amó. Imagen generada con Flash 2.0 (Google)  de ©Shathu Entayla