Ir al contenido principal

Esencia

Hace poco tiempo, vi a un padre jugando con su hijo pequeño de unos tres años. Yo simplemente me encontraba en una parada de autobús, pero mi mirada no pudo dejar de seguirlos. Era el único que les miraba.

Se me escapaba una sonrisa inocente y sin sentido. No sabía muy bien porqué. Solo pude mirar al cielo al perderles de vista, recordando a aquel padre feliz que disfrutaba de la compañía de su hijo, y que me devolvía la sonrisa, sabiendo perfectamente lo que sentía al mirarles.

No conocía a aquel padre. Tampoco podía identificar si su actitud era de felicidad real o era una actitud hipócrita. Incluso si tuviese problemas familiares o personales, no me hubiese dado cuenta. No creo que lo fuese, pero en cualquier caso me importaron más mis sentimientos que él mismo, incluso diría que no le vi a él, sino su "aura" quizá, a pesar de que aún recuerdo su cara.

No recuerdo cuál era mi estado de ánimo: es posible que estuviese feliz y aquello me lo hizo estar aún más o estuviera triste y muy receptivo y por ello me di cuenta de aquella escena. En cualquier caso, simplemente pude mirar a las estrellas desenfocadas de Madrid, en aquella noche, llena de la luz contaminante de la calle.

Pensé en la soledad que sentía en aquel momento. Por momentos sentía ganas de echar a volar, bailar sin música o quizá, olvidar lo que había visto. Una paradoja de pensamientos y emociones que se hacen posibles por el simple hecho de ver una vida, o mejor aún, observarla. ¿Cuántas veces habremos visto todos una escena como esta, sin darnos cuenta, obviándola entre la multitud?

También me di cuenta de otra cosa incluso más inquietante...¿Cuántas personas en nuestra vida, que incluso son importantes para nosotros, hacen cosas por nosotros sin pensar realmente en ello?

La última reflexión que hice vagamente antes de meterme en el autobús donde olvidé todo esto hasta ahora, fue que las acciones de verdad, no se piensan, se hacen. No se dicen, se demuestran. Sé que esto suena tópico, pero no hace falta irse muy lejos para ver la "esencia" de lo que sentimos, ni siquiera hace faltar irse muy lejos de este cuento.

Comentarios

Popular Posts

Para la gente a la que beses

Hay gente  que necesitas besar  muchas veces  porque el fin de un beso es  siempre  el principio de otro  que aún no ha venido. Hay gente que necesitas besar  muchas veces porque cada beso es siempre como estar en casa y ser querido. Hay gente que la besas y no vuelve (pocas veces). Pero dentro de ti es siempre un recuerdo vívido de haber vivido. Hay gente que la besas y no vuelve muchas veces y duele ver, porque es siempre ver al otro yendo a otros caminos. Hay gente  que la besas, te arrepientes y así siempre, muchas, o una sola vez. Siempre, y aunque no después, besar se quiso. Hay gente que la besas y no vuelve para siempre porque el mismo tiempo es siempre quien os ha llevado  hacia el olvido. Hay gente  que la besas y sí vuelve muchas veces, y despierta algo que es siempre algo que aun dormido era cariño. Hay gente que no besas y sí vuelve muchas veces, y se queda porque es siempre amor, aun siendo otro que el del inicio. Hay gente que la besas y sí vuelve. Pero, a veces. Y lo in

Cacatúa (poema-calambur)

¡Caca tuya, cacatúa…! Cacareas cacas, rea… ¡Cacatúa! ¡Cacarea! Carámbanos vanos, cacatúa, es lo que sale de tu cacareo. Rea de cacas tuyas eres, cacatúa. Rea de tus deseos. Sueñas cacatúa, cacas tuyas. ¡Cacarea! ¡Rea! ¡Cacarea tus deseos! ¡Carámbanos de sueños ¡Vanos anhelos! Cacas tuyas, cacatúa son tus cacareos ¡Cacatúa! ¡Caca túa! ¡Túa! ¡Caca rea son tus sueños! Imagen libre de Wikipedia Sátira poética a la vanidad de

Un abrazo

Alquitranes húmedos besan mis sketchers ya pasadas dadas de sí por miles de pasos. Unos andados, otros bailados. Otros que buscan algo. A veces, en estas noches como un pecíolo de hoja que, en otoño se resquebraja en silencio mucho antes de caer, mi ánimo, también se resquebraja. De mis ojos salen lágrimas  que son de aire porque la humedad la tienen el alquitrán y mis pasos y mi sudor y mis pasos. Y por la soledad de dentro de mis ojos no sale nadie. Muchísimas noches abrazaría el aire me devolvería el abrazo más amable el más tierno, el más gentil, y el más suave Pero es que de todo eso es demasiado el aire y se desharía entre mis manos de carne. Necesito un abrazo que sea tierno y terso y firme y sinuoso. Justo como el dibujo del resquebrajo de ese pecíolo qué está en mi ánimo. Un abrazo  que dibujara el resquebrajo pero en sentido contrario: que acabara de romper o reparase esa hoja. Un abrazo. Que me impidiera llorar o precipitara el llanto. O quizá a encontrarme o romperme con ot