Me abrazas y te habito,
me arropas y me calmo,
y algo me brilla que te brilla,
y juntos, ambos, fulgurando.
Una vez, en el mar
con la luna menguante, bailando
estaba yo, sin pies descalzos.
Corriendo y corriendo. Como volando
pero en arena arrebatado.
Casi rojo de pasión como el sol.
Casi casi, arrebolado.
A mitad de baile me caí
y me llamó la arena,
y no sentía sus abrazos,
así que me desnudé y miré a la luna
y la luna me dijo: "¡Vamos
que el agua fría despierta
la fiesta en tu piel con sus abrazos!
¡Con Debussy, que te cantaba
cuando estabas bailando,
si te desnudas, yo la Luna,
con mi brillo en el agua te canto!".
Y me metí en el agua.
Y me quedé pensando
en qué fría y qué bonita.
Y, de repente, ya nadando
con el pelo salmojado.
Con los ojos negros, blancos
de estar mirando en mi piel
y el mar, la luna y sus claros.
Y salí y me puse a correr.
Ya corrí sin haberme desnudado
y tenía que correr otra vez
pisando la arena en mis pasos.
El mar me llamó, y otra vez
quiso el agua mis abrazos
y yo también quise los suyos.
Y así siempre, todo el rato.
Cuando el trance terminó
encontré mi montón de ropa
justo donde lo había dejado.
Pero venías de camino tú
con una manta y un abrazo.
Tú, que no eres Luna,
pero brillas como astros
cuando cuidas, cuando amantas
cuando me besas despacio.
Yo ya no tenía frío
aun desnudo en invierno, aun mojado.
Por el calor de tus brazos y la Luna
en tus ojos negros
y la magia antigua de la Luna
en mis ojos blandos;
en ambas ternuras
me estaba anegando.
Y me enterré en tus brazos
como me ahogué en el mar,
amando.
Y me derretí en la Luna y en ti
y en tus arrullos como labios.
Tan vivo y tan amado
me sentí que, al despertarnos,
la imagen de mí desnudo,
y mi sonrisa de lunático
con toda la luna dentro,
aún no se te han borrado.
Como no se me borra a mí
la manta lunar de aquel abrazo.
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La luna que dio origen a este poema el 1 de enero de 2024 |
de ©Shathu Entayla
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