Lo he vivido tantas veces…
Tantas veces
he vivido el dolor de tenerte
y el placer de poder perderte
que acabé sintiendo dolor por perderte
y un inmenso placer de tenerte.
Tantas veces te he visto
sonreír y por mi culpa guarecerte
en tus párpados de nieve
derretidos en tus pestañas.
Tantas, que aun hoy, duele.
Tantas veces te pedí perdón. Tantas
que mi alma se marchita.
Es una flor de pensamiento iris
que se decolora en jazmín de nieve
con cada puñal que me clavo en ti.
Que sangra desde ti siempre.
Esa flor, que es
de color intenso,
al apuñalar se hace blanca:
un pensamiento sin color,
que lo perdió por aquel ansia
de pureza
del jazmín que podía ser
en potencia.
Tantas. Tantas veces. Tantas
lágrimas de seda
derramadas al llover los ojos
en los pétalos de flor
para limpiar las puñaladas.
Tantas. Tantas lágrimas de seda
acariciadas con las yemas de los dedos
que un rubor sale en nuestra mirada
y quien consuela
de los dos,
como en un beso tierno,
le pide con sus manos
que cierre los ojos,
secando con sus dedos
la flor de pensamiento,
quitando el blanco puro,
quitando el color muerto.
Tantas. Tantas veces. ¡Tantas
en las que la flor blanca no encontrara
–al igual que tus desvelos nocturnos–
cama en que darse soñada!
Es que han sido tantas…
Es que han sido tantas veces,
tantos dolores, placeres,
tantos párpados de nieve,
tantos pensamientos
que se pierden.
Tantas noches. Tantas
que es de cobarde olvidarlas
y de valiente invocarlas.
Por quedar ciego en placeres
o, entre dolores, llorarlas.
Para amar hay que ser valiente.
Y más quedándonos tantas
noches, tanto placer, tanta nieve.
Tanta vida.
Tanta gama de color
en esas flores de alma.
Tanta...
Tantos besos que esconderte
bajo tu lengua, enterrada
ahora en mis miedos horribles
bajo nieve blanca.
Tanta gama de color. Tanta
que sería desperdicio y
declaración de ignorancia
no tener a quién prestarla.
Demasiada sensatez insensata
de un corazón que ama.
Es que han sido tantas…
que no puedo evitar ilusionarme
de pensar en otras tantas
que aún nos quedaran.
Tanto color, placer,
nieve y lágrimas.
Tantas noches.
Tantas...
he vivido el dolor de tenerte
y el placer de poder perderte
que acabé sintiendo dolor por perderte
y un inmenso placer de tenerte.
Tantas veces te he visto
sonreír y por mi culpa guarecerte
en tus párpados de nieve
derretidos en tus pestañas.
Tantas, que aun hoy, duele.
Tantas veces te pedí perdón. Tantas
que mi alma se marchita.
Es una flor de pensamiento iris
que se decolora en jazmín de nieve
con cada puñal que me clavo en ti.
Que sangra desde ti siempre.
Esa flor, que es
de color intenso,
al apuñalar se hace blanca:
un pensamiento sin color,
que lo perdió por aquel ansia
de pureza
del jazmín que podía ser
en potencia.
Tantas. Tantas veces. Tantas
lágrimas de seda
derramadas al llover los ojos
en los pétalos de flor
para limpiar las puñaladas.
Tantas. Tantas lágrimas de seda
acariciadas con las yemas de los dedos
que un rubor sale en nuestra mirada
y quien consuela
de los dos,
como en un beso tierno,
le pide con sus manos
que cierre los ojos,
secando con sus dedos
la flor de pensamiento,
quitando el blanco puro,
quitando el color muerto.
Tantas. Tantas veces. ¡Tantas
en las que la flor blanca no encontrara
–al igual que tus desvelos nocturnos–
cama en que darse soñada!
Es que han sido tantas…
Es que han sido tantas veces,
tantos dolores, placeres,
tantos párpados de nieve,
tantos pensamientos
que se pierden.
Tantas noches. Tantas
que es de cobarde olvidarlas
y de valiente invocarlas.
Por quedar ciego en placeres
o, entre dolores, llorarlas.
Para amar hay que ser valiente.
Y más quedándonos tantas
noches, tanto placer, tanta nieve.
Tanta vida.
Tanta gama de color
en esas flores de alma.
Tanta...
Tantos besos que esconderte
bajo tu lengua, enterrada
ahora en mis miedos horribles
bajo nieve blanca.
Tanta gama de color. Tanta
que sería desperdicio y
declaración de ignorancia
no tener a quién prestarla.
Demasiada sensatez insensata
de un corazón que ama.
Es que han sido tantas…
que no puedo evitar ilusionarme
de pensar en otras tantas
que aún nos quedaran.
Tanto color, placer,
nieve y lágrimas.
Tantas noches.
Tantas...
sencillamente precioso!
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