No me lo puedo creer. Me he quedado sólo. Sin personajes que escribir... Ya no soy nada en esta historia. Kohn: un narrador narrado que ya no puede narrar. Mis propios personajes han tomado el control y ahora soy su títere maniatado sin cuerdas que manejar. No tengo poder.
¡Maldito Gulme! Ahora no existe, y mi existencia en esta historia tampoco es útil. Me inventaría otra pero, ¿para qué engañarse?: Aunque yo también tenga mis momentos de libertad también soy una marioneta del verdadero escritor de esta historia. Ni si quiera tengo la libertad para escribir estos sentimientos... Sólo son creaciones del autor, que me da vida. ¡Le odio! ¡Le odio! Quiero dejar de existir aquí.
Gulme, Clara, ¡llevadme con vosotros! ¡Os lo suplico! ¡No quiero controlar ni ser escrito más! ¡No quiero! ¡Dejadme ser libre, aunque no tenga vida! ¡Dejadme serlo! ¡Shathu, déjame!
Sabéis qué es lo mejor, ¿lectores? Que ningún personaje en esta historia dejará de existir, pues habrá alguien que leyéndoles les habrá dado vida. Os aseguro que no tenía pensado hacer esta historia así hasta el capítulo anterior; los personajes han cobrado vida. Yo sólo he reconocido que tenían una.
Si no me creéis, volved a leer este relato sin leer las palabras de color; la historia no dejará de tener sentido, aunque tendrá un sentido diferente, desde luego.
Será una historia sin libertad. Las palabras de una historia que, en realidad, no vale la pena ser leída si no se es capaz de ver más allá. Más allá del poder que en realidad ocultan sus palabras.
FIN
¡Maldito Gulme! Ahora no existe, y mi existencia en esta historia tampoco es útil. Me inventaría otra pero, ¿para qué engañarse?: Aunque yo también tenga mis momentos de libertad también soy una marioneta del verdadero escritor de esta historia. Ni si quiera tengo la libertad para escribir estos sentimientos... Sólo son creaciones del autor, que me da vida. ¡Le odio! ¡Le odio! Quiero dejar de existir aquí.
Gulme, Clara, ¡llevadme con vosotros! ¡Os lo suplico! ¡No quiero controlar ni ser escrito más! ¡No quiero! ¡Dejadme ser libre, aunque no tenga vida! ¡Dejadme serlo! ¡Shathu, déjame!
Sabéis qué es lo mejor, ¿lectores? Que ningún personaje en esta historia dejará de existir, pues habrá alguien que leyéndoles les habrá dado vida. Os aseguro que no tenía pensado hacer esta historia así hasta el capítulo anterior; los personajes han cobrado vida. Yo sólo he reconocido que tenían una.
Si no me creéis, volved a leer este relato sin leer las palabras de color; la historia no dejará de tener sentido, aunque tendrá un sentido diferente, desde luego.
Será una historia sin libertad. Las palabras de una historia que, en realidad, no vale la pena ser leída si no se es capaz de ver más allá. Más allá del poder que en realidad ocultan sus palabras.
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