El tiempo
se puede dividir en tres:
todo el que no viviste,
el que vives,
y el que no vivirás jamás.
Existe un tiempo entre tú y el eterno antes,
y otro entre tú y el eterno jamás:
la entrevida, entre el principio y tu principio;
la entremuerte, entre muerte y eternidad.
El tiempo
se puede dividir en tres:
entrevida, vida y entremuerte
y nunca nada, nunca más.
Como cada cual,
cada cual tiene su vida
pero también su entrevida
y se formó el universo en ella:
se formó la luna y las estrellas
surgieron el agua y las arqueas
eones, glaciaciones, otras eras,
dinosaurios, aves inmensas,
paraísos, desiertos que truenan.
Y, hace tan poco tiempo que da pena,
un ser humano pisó la tierra.
Al poco, la primera palabra escrita,
nacen las pirámides de Giza,
se destruyen seis maravillas,
se inventan cosas que hacen chispas
y que a cosas inertes dan vida.
Y los seres humanos se aniquilan,
se matan, se revelan, se organizan,
se defienden y dividen, colonizan,
se engañan, crean arte, crean vida.
Luego viene internet que da pericia
tanto como nos la quita.
Y de repente estás tú.
Y tus abuelos ya no están.
Ya hay gente a la que has perdido.
Hay gente que no ha vivido
lo que un día vivirás.
Aunque si les preguntases, quizá
les hubiera gustado vivirlo.
Como a tí, quizá, te gustará
lo que no vivirás por ya haber vivido.
Pero al igual que esa gente que no está
y que estuvo en vida,
en su entremuerte tú habitas.
En esa distancia entre su muerte
y el final de las cosas infinitas.
Como cada cual,
cada cual tiene su muerte
pero también su entremuerte.
Como tú, yo ya superé la de muchos
pero la mayoría del mundo
superará, aun por un segundo,
la nuestra. Y aunque fecundo
sea este mundo inmundo
en que habitamos, un segundo
valdrá para superar, rotundo,
el umbral entre tú y tú difunto.
¿Cómo me recordarán?
Cuando me vaya, ¿qué dirán?
Los grises, en la muerte, se van.
El olvido es una muerte más.
pero antes, la gente recordará
quién creen que fuiste y no eres más,
(pues en la entremuerte no estará
aquel que fuiste de verdad).
Y también, la gente pensará
en quién podrías haber sido y no serás
(pues en la entremuerte no hay más
futuro. El que viviste. Nada más).
Y de repente te vas tú.
Y sólo tus hijos o amigos están.
y tú ya eres gente a la que han perdido.
Vivirán lo que no has podido
aunque, incluso ellos, morirán.
E incluso, si preguntases, quizá
les hubiera gustado vivir más
Como a tí, quizá les gustará
lo que no vivirán por ya haber vivido.
Pero al igual que tú, que ya no estás,
y estuviste en su vida,
en otra entremuerte ellos habitan.
En la distancia entre toda muerte
y el final de las cosas infinitas.
Un electrón nace.
Nace una vida.
La vida se extingue, se olvida.
Y la enana negra no sabrá
sobre la humanidad perdida.
Porque cuando el final de todo llegue
el todo se perderá a la vista.
Porque cuando acabe la entremuerte
parecerá que no hubo vida.
Un electrón nace.
Nace una vida.
La vida mientras, se vive. Respiras.
Y el sol que te nutre no sabe
sobre esa humanidad que cuida.
Y aunque el final de todo llegue
y todo se pierda de vista
entre entrevida, vida y entremuerte
prefiero ocuparme de esta vida.
Imagen de Asier Pérez Subijana en Flickr |
de ©Shathu Entayla
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