Tu piel es como vestir una hebra de hierba
Y, acariciarla, como tocar la piel del agua
y que fuera caliente y que no se rompiera.
Tus ojos guardan la abundancia del mundo,
lo liviano del tiempo, y de la paz, lo secreto.
Me abraza pensar en tus ojos. Dentro.
Tu cuerpo me es inevitable
como tu amor por la vida
y el titilar de tu risa brisácea;
como tus muecas salvajes
y el vibrante candor de tus gestos.
Tu cuerpo me es inevitable
como el deseo y la paz;
como el amor y el tiempo.
Tu cuerpo es inevitable
como tu arrojo. Como el viento.
Has revivido en mí la valentía hacia el misterio.
La simpleza del enigma.
La frescura y la osadía.
La ceguera ante el peligro.
Has revivido en mí una esperanza que creía muerta
La que me hace apreciar la belleza.
La de lágrima fácil.
Y ahora veo belleza por todas partes.
Enamorarme de ti
me hace inmortal.
Y por eso todo es bello.
Todo es blanco, y ya no hay grises.
Todo es bueno y ya no hay guerras.
Sabemos que hay guerras y grises
pero tenemos fes, y van armadas
maduradas, recuradas, deseadas,
bien comunicadas. Preparadas.
Y por eso
mi cabeza puede tumbarse en mi almohada
y mi corazón en el tuyo, irse de fiesta
y desangrarse
y doler casi
sin dejar de fluir la sangre.
Quiero emocionarme de ti sin medida.
Llorar sin medida.
Amar sin medida.
Vivir como inmortal
olvidando ese “algún día”.
Traspasar los límites del miedo;
el umbral que separa el autosabotaje
del amor intenso, pero limpio.
Quiero abrazar la idea, tal si fuera carne
y respetar la realidad, por si fuera un sueño.
Vivir el presente y crearlo. Al mismo tiempo.
Saltar sin red. Beber de tu arrojo.
Me vuelves simple: como un color primario
Y por ello, sensible: poderoso.
Fuerte y profundo: valeroso.
Poco a poco nos nace un amor
controladamente impredecible.
Y por querer tener tu arrojo
y lanzarte mi corazón
te haces inevitable a mis ojos
te hago inevitable a mis ojos
y nos hacemos invencibles.
Shathu, mirando lo inevitable |
de ©Shathu Entayla
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