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Al final de las nubes

Las nubes son los portales
a otros universos nuevos.
El vuelo pertenece a los anales
de los saltos. Uno grande
alcanza una nube, sales
abrigan sus alas metálicas;
las ventanas, mil panales
de mil abejas humanas.
Y ninguna se fascina.
Y yo veo rayos, y a Zeus
saludando. Y se obstina
mi vista en besar relámpagos.
Volando todo se difumina.
Solo existo yo y la niebla,
que puede, y no me extermina.
Y sigo volando... Vuelo...
Imagino que al pasar
la turbulencia, cualquier
cosa podría saltar
a lo real. Sin aviso.
Y veo a la tierra hablar
y los cráteres lunares
danzar muy lejos. Danzar
lanzando serpientes blancas.
Algunas que brillan más
miman y cubren mi cara.
Cara que se amaina ya.
Pues a mi alrededor, nadie
reacciona. Nadie se da
cuenta de que vuela, ¡dios!
¡Mírate! ¡Puedes volar
aunque no sientas el aire!
Y al final me puede más
el ronquido, y ese hartazgo,
y el cansancio, que volar.
Y me duermo. Y así, pierdo
mis ojos niños. Volar
ya solo es viajar. El tren
me fascinaba antes. Ya
no más. Antes todo era...
Si algún día al espacio viajo
aunque anhele con mi alma
volver, aunque lo haya amado,
no me déjeis. No podría
vivir otra vez pensando
que la Tierra, la que me ha
dado, nutrido, habitado
fuera un medio de transporte.




 Escrito desde un avión por ©Shathu Entayla

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