La belleza nos salvará.
Y la esperanza.
No se puede amar con miedo,
pero el miedo es parte de amar
como lo es la sombra del lucero,
lo deforme de lo bello,
de lo puro lo perverso.
Cuando te admiro de nuevo
y a tu belleza
y te agradezco
y bienvengo a la vida
la esperanza vuelve a mi cuerpo
embalsamando mis deseos
de huir,
determinando mis acciones
a seguir
y no siento más el desencanto,
y no siento más la decepción.
Ni el deseo de volver a otro tiempo,
ni el deseo de acabarlo todo.
Lo que siento es el espacio
en que somos nosotros de nuevo.
Y ahí ya no hay que huir.
Mis pensamientos, mis emociones
son tan fuertes
que a veces me fallan las fuerzas.
Pero la compasión alivia el temor,
hace que no tenga ya sentido.
Como mirar al miedo a los ojos
y verle desparecer.
Han aflorado mis demonios
y les tengo miedo
y me hacen huir de todo.
Pero la esperanza los destruye.
Y reveo el amor que tengo cuando
me hablas y me tocas
con esa dulzura de arena fina.
con esa mirada de duende
y esos brazos plenos de hogar.
¿Por qué se hizo tan grande algo tan pequeño?
¿Por qué aparecieron resquemor y miedo?
No lo sabemos.
Pero eso no es el amor que nos tenemos.
Eso no es la paz que nos hacemos.
Las alas están con polvo, mas podemos
aún, amar muy lejos.
Lo siguiente será
dejar de escribir poesía,
y, entre café y filosofía,
hablarnos sin hablar.
Jugar. Jugar. ¡Jugar!
Y la esperanza.
No se puede amar con miedo,
pero el miedo es parte de amar
como lo es la sombra del lucero,
lo deforme de lo bello,
de lo puro lo perverso.
Cuando te admiro de nuevo
y a tu belleza
y te agradezco
y bienvengo a la vida
la esperanza vuelve a mi cuerpo
embalsamando mis deseos
de huir,
determinando mis acciones
a seguir
y no siento más el desencanto,
y no siento más la decepción.
Ni el deseo de volver a otro tiempo,
ni el deseo de acabarlo todo.
Lo que siento es el espacio
en que somos nosotros de nuevo.
Y ahí ya no hay que huir.
Mis pensamientos, mis emociones
son tan fuertes
que a veces me fallan las fuerzas.
Pero la compasión alivia el temor,
hace que no tenga ya sentido.
Como mirar al miedo a los ojos
y verle desparecer.
Han aflorado mis demonios
y les tengo miedo
y me hacen huir de todo.
Pero la esperanza los destruye.
Y reveo el amor que tengo cuando
me hablas y me tocas
con esa dulzura de arena fina.
con esa mirada de duende
y esos brazos plenos de hogar.
¿Por qué se hizo tan grande algo tan pequeño?
¿Por qué aparecieron resquemor y miedo?
No lo sabemos.
Pero eso no es el amor que nos tenemos.
Eso no es la paz que nos hacemos.
Las alas están con polvo, mas podemos
aún, amar muy lejos.
Lo siguiente será
dejar de escribir poesía,
y, entre café y filosofía,
hablarnos sin hablar.
Jugar. Jugar. ¡Jugar!
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